Tu fuego es tu raíz

¿Quién te hizo creer que tu luz había sido apagada? Que tu brillo había sido sofocado por el dolor de la historia tejiéndose entre las venas del tiempo. Que la llama que te sostiene con vida en el Universo era apenas un hilo invisible e incluso innecesario. Que lo que alcanzan a ver los ojos del cuerpo era lo único que te conformaba. ¿A quién o a qué le entregaste el poder de nublarte la percepción? 

Vamos a tientas creyéndonos ciegas en un mundo que nos parece sombrío y nos deslumbramos como luciérnagas cuando a lo lejos creemos que hemos encontrado un resplandor. ¿Y si el destello fuera nuestro y no ajeno? Si eso que nos atrae no es un farol sino nuestra propia vela interior. 

Tu fulgor es lo que te conduce a ver el amor detrás de absolutamente todo, a dejarte llevar por el impulso creativo sin apego a los resultados, a encontrar en cada instante un propósito más grande que tú, a enchinarte la piel con esa canción y a viajar a espacios desconocidos con ese libro, a abrazarte en cada uno de tus maravillosos dramas… a tener la certeza de que eso que amas hacer es justo lo que el mundo necesita para continuar con su evolución.   

Tu luz es la ofrenda que tus manos han traído a esta vida. Quizá sea la que más trabajo te cueste ver, no porque se haya extinguido, sino porque has imaginado que la angustia y el miedo tenían la fuerza suficiente para ocultarla. Creíste que podías enterrarla… no sabías que tu fuego era tu raíz.