NUESTRO BUEN BEAT

David y yo nos conocimos por una pasión compartida: la fotografía. En nuestros años de estudiantes en Monterrey, un día llegué a su departamento por unos amigos en común y vi unas fotos blanco y negro colgadas en una de las paredes. Mi espíritu sonrió al recordar el equipo para revelar e imprimir que había dejado atrás en mi reciente mudanza a la Sultana, uno que me compré de segunda mano en una clase de foto que tomé en mi natal Mexicali y con el que me emborrachaba de químicos en el baño de visitas de mi casa. 

- ¿Tú tomaste esas fotos?

- Sí, ¿te gusta la foto?

- Ajá, de hecho tomé un taller y tengo el equipo para revelar e imprimir en Mexicali.  

- Ah pues yo tengo un cuarto oscuro que no se está usando ahí atrás. Si en tu próximo viaje te traes tu impresora yo voy por ti al aeropuerto. 

Esas cuatro frases que compartimos en un minuto de nuestras vidas colocó los cimientos de una historia que está a punto de cumplir veinte años. Después de esas primeras imágenes en blanco y negro revelándose en las charolas de nuestro pequeño laboratorio casero vinieron otros proyectos que emprendimos juntos que hoy, a la distancia, recuerdo con cariño como esos intentos de un par de enamorados que están seguros de que pueden comerse al mundo de un solo bocado.  

¿Te acuerdas de esas primeras exposiciones de nuestras fotos en el café DiMassimo, David? Donde por cierto yo trabajé de mesera algún tiempo mientras estudiábamos la carrera. ¿O de las clases que tomamos juntos en la universidad? Y éste que me encanta: aquella nota cultural del periódico El Norte firmada por mí porque cuando trabajaba de reportera me tocó cubrir el evento del Salón de la Foto donde fuiste tú el ganador del premio del público con tu foto “San Juan”. ¿Y ese estudio de foto que juntos construimos con las uñas en San Jerónimo y que tanto orgullo nos hacía sentir?   

Y quizá aún hoy, al llegar a nuestra cuarta década de vida, aún estemos seguros de ello: de que mientras estemos juntos y haciendo lo que más nos gusta, el mundo puede rodar y puede suceder lo que sea, porque nosotros siempre seremos los conquistadores. Estar a tu lado siempre me ha hecho feliz, pero estar a tu lado creando algo, ha sido algo así como el paraíso. El mismo My Pumpkin, que todo el mundo cree que es mío, tiene muchísimo de tu firma también. 

Con esta intención de hacer algo juntos nació hace un par de años un proyecto al que bautizamos como “Buen Beat”, en el que queríamos combinar mi pasión por el reportaje y la de David por la fotografía para hablar de personas que nos inyectaran buena vibra. Hicimos juntos dos entrevistas: una a Maya y Marisol Manzano, creadoras de la joya tecatense “El Lugar de Nos”, y otra a los doctores Ana María y Sergio, fundadores del Colegio Montessori Anser, por la construcción de su nueva aula con materiales y técnicas autosustentables. El formato de Buen Beat no permitió que prosperara en aquel momento, así que con cariño lo guardamos en un cajón mientras llegaba otra forma de darle vida, más amigable con las ocupaciones de cada uno. 

Ese momento llegó cuando se nos ocurrió abrir un capítulo en el podcast de entrevistas de David, Rizomático, para compartir esas charlas que gozamos tanto tener en pareja y de las que salimos siempre tan enriquecidos. Somos un par de creativos, así que nuestras pláticas giran muchas veces en torno a temas relacionados con nuestro trabajo y nuestras pasiones. Lo que hicimos realmente fue poner un micrófono delante de nosotros a la hora de tener estas conversaciones con el fin de compartir lo que nos gusta por si a alguien más que se pregunta las mismas cosas que nosotros puede servirles. 

Hoy grabamos el episodio número nueve de Buen Beat, que sale todos los viernes y que puedes escuchar a través de cualquier aplicación para podcasts (iTunes, Podcasts, iVoox, Stitcher, etc.), o bien directamente en la página de Rizomático. En el primer episodio compartimos un poco de nuestra historia, quiénes somos y el terreno creativo en el que nos gusta expresarnos, y en los siguientes hemos hablado sobre pasión, la vida de un freelance, proceso creativo y equilibrio entre trabajo y vida personal, entre otros temas. El tono del podcast es completamente informal porque realmente no somos expertos en ninguno de los temas, simplemente somos dos personas curiosas a las que nos gusta filosofar y compartir lo que nos ha funcionado para vivir una vida más creativa e inspirada. 

Me parece que tener actividades en pareja es vital para mantener viva una relación, entre otras muchas cosas. Simplemente el darse el tiempo para irse solos a cenar o al cine de vez en cuando es ya una forma maravillosa de inyectarle buena energía al noviazgo o al matrimonio. Hay parejas que toman alguna clase juntos, que practican algún deporte o que forman parte de algún servicio social. Nosotros somos muy nerds, así que grabamos un podcast. 

A punto de cumplir los primeros diez episodios, le agradezco a este proyecto la energía que ha venido a darle a nuestra relación. Porque aunque suene muy cliché, cuando se vive en pareja es facilísimo caer en la rutina, y con Buen Beat me he vuelto a sentir esa universitaria que lo podía todo de la mano de su enamorado. Al final, esas fotos en blanco y negro en los muros de David terminaron siendo una invitación para colaborar toda la vida.