DIARIO DE UNA CUARENTENA: LA TIERRA EMPIEZA A ESCUCHARSE

LA TIERRA EMPIEZA A ESCUCHARSE 

El otro día leí que un efecto sin precedentes durante esta pandemia ha sido la considerable disminución en el ruido antropogénico, que es el producido por la actividad humana en la superficie del planeta. Con menos transeúntes, automóviles, camiones, fábricas y todas las vibraciones producidas por éstos, la Tierra ha entrado en una especie de silencio que los científicos han aprovechado para escuchar más de cerca su interior. 

Y como no me canso de ver señales en medio de este instante histórico para la humanidad, esta nota me voló los sesos. ¿No nos hemos también nosotros despejado del ruido externo? ¿No nos ha invitado este reposo a rastrearnos en lo más profundo? Nuestra vida se ha sosegado en la superficie gracias a la ausencia de agentes estridentes como la prisa, el tráfico, las charlas, la lista inagotable de pendientes, el estrés, los compromisos y un largo etcétera. Ahora estamos en calma gracias a esta gran pausa y no nos queda más remedio que prestarnos atención. 

Lo que brote de lo más íntimo de nuestro ser durante esta etapa de silencio podrá gustarnos o no, pero su incomodidad no le resta su tremendo valor. Eso que ahora escuchamos en lo más profundo es lo que ha estado esperando ser percibido sin éxito en medio de tanto bullicio. Así como los sismólogos han podido notar durante la pandemia ciertos temblores en la Tierra que antes eran imperceptibles, así hemos podido nosotros contactar más con las emociones que a veces se nos desbordan ante el más mínimo estímulo. 

No creo que la contingencia sea la causante de este brote de sentimientos, acaso sólo un detonante. El miedo, la tristeza, el amor, la ira, la esperanza, la desolación, la envidia, la generosidad, la empatía o la solidaridad ya estaban ahí y esta situación sólo ha venido a sacudirnos a tal grado que ya no era posible seguirlos callando. 

Estamos en un buen momento para rescatar eso que tiene tanto tiempo guardado, el planeta nos está poniendo el ejemplo. Si aún en medio de esta situación no hemos silenciado suficientemente nuestro exterior, procurémonos esos espacios de quietud. Permitámonos descubrirnos aún más a través de nuestras reacciones, de lo que pensamos y sentimos, de las críticas que lanzamos, de las discusiones que sostenemos, de los sueños que nos llegan en la noche y que en apariencia no entendemos. 

Y escribamos todo lo que encontremos. Seamos como esos geofísicos que toman nota y preparan reportes para dejar constancia de sus hallazgos. El autoconocimiento es la materia que más nos atañe en épocas de incertidumbre. La cuarentena ha sido para mí una buena oportunidad para cursarla.

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