ADIÓS MY PUMPKIN

My Pumpkin está llegando a su final. El 9 de junio, manejando sola en carretera desde Playas de Tijuana rumbo a Ensenada terminé de tomar la decisión de soltar este proyecto tan personal después de casi 9 años de bellas experiencias, de un ejercicio creativo constante y, sobre todo, de muchísimo crecimiento personal. Pero déjenme platicarles el cuento desde el principio. 

Aprendí a coser bolsas en una profunda búsqueda por reinventarme cuando me convertí en madre. Siempre he sabido que amo escribir, pero en aquel momento parecía que mis manos me cosquilleaban por crear algo con ellas y la máquina de coser se convirtió en mi aliada para llenar ese hueco que de pronto sentía en mi espíritu. Empecé a coser solamente como un hobby, pero cuando mucha gente a mi alrededor empezó a pedirme una pieza y yo empecé a crear cada vez más, me di cuenta de que ya estaba muy enamorada del oficio. Más tarde abrí mi blog con la intención de mostrar mi trabajo pero me di cuenta que también podía ser una plataforma para seguir escribiendo y ahí fue donde nació el espíritu de My Pumpkin: buscar inspiración en el diseño de objetos y las historias. 

Cuando volteo a ver lo que ha significado este periplo en mi vida me invade una tremenda gratitud que me hincha el alma. En My Pumpkin me enamoré del color y de la infinidad de posibilidades en la combinación de telas, aprendí a crear desde cero piezas que me hicieron sonreír, inspiré a otras personas a hacer lo mismo con la organización de varios tipos de talleres, hice amigos a través de las redes sociales, viajé a otros sitios para enseñar lo que sabía hacer, conecté con gente bellísima a través de podcasts o correos electrónicos, leí las historias de todos aquellos que generosamente las compartieron conmigo a partir de lo que sintieron con la compra de una de mis bolsas o la lectura de uno de mis textos. Crecí, crecí mucho. Porque no hay mejor forma de crecer que crear. 

La única duda que me acompañó en todo el viaje fue si sería capaz de combinar toda la vida mis dos pasiones, el diseño y la escritura. A veces creía que sí y otras mi compañera la duda se hacía mucho más fuerte, sobre todo en el último año en el que se hacía inminente tomar una decisión definitiva. Siempre supe que My Pumpkin se mantendría pequeñito mientras mis hijos estaban chicos, pero al ver a Matías cada día más independiente sabía que estaba llegando el momento de llevar a mi proyecto al siguiente nivel. Al mismo tiempo, me daba cuenta que cada vez tenía menos tiempo para escribir. 

Durante meses me sentí como esa viajera que llega a un punto en el camino donde hay muchas flechas con todas las direcciones posibles y ya no puede postergar el momento de escoger una, pero hacerlo me parecía sumamente difícil, porque todo el tiempo me mantuve en el nivel de la razón: haciendo listas en la cabeza de pros y contras, pensando en qué sería lo mejor, imaginando mi futuro si escogía una u otra opción… mente, mente, mente. Hasta que llegó la bella Dari Luna con su energía chamánica en asuntos creativos y me recordó que esto era cuestión de sentir. 

Fui con Dari a su taller “Cómo manifestar usando tu intuición” en Tijuana y al final, en un círculo de mujeres poderoso en el que expuse mi conflicto existencial, me invitó a que me visualizara en mi lecho de muerte e imaginara que la vida se me había ido sin escribir. ¡Pum! La Marcela de noventa y tantos con su cabellera larga y cana se levanta y vuela hasta este instante de la historia para suplicarme al oído que no lo permita, que no nos vayamos de aquí sin haber dicho todo lo que queremos decir. Que deje de preocuparme por el futuro y escarbe debajo de las piedras que son mis pensamientos para rescatar una vez más la voz sutil de mis tripas, como cuando me fui de casa, como cuando decidí compartir mi vida con el hombre que amo y cuando di a luz a mis dos hijos. Salta Marcela, me pedía. Nunca te ha faltado la red al caer.      

Entonces salté. Supe que siempre había sabido. Que la duda era solamente imaginaria. My Pumpkin fue la oportunidad que me brindó la escritura para jugar, crecer como ser humano, desempolvar mi poder creativo, experimentar, confiar, reencontrarme con la ilustración, conectar conmigo misma y con los demás, pero llegó el momento de volver a casa. Voy a dedicarme a escribir y a honrar ese deseo profundo que todo este tiempo me habló en susurros y ahora lo escucho como un clamor intenso. Invité al barco que está a punto de zarpar a la pintura, porque creo que ambas se llevarán bien en todo lo que mi espíritu me está invitando a crear. 

Gracias a ti que lees estas líneas por acompañarme en esta aventura. Gracias a David Josué por ser parte de ella. Gracias a Liliana por estar conmigo hasta el final. Gracias a la vida por la creatividad. Aprovecho esta historia para presentarte la colección de bolsas con las que le decimos adiós a My Pumpkin, unas diseñadas para llevar solamente lo esencial… justo como quiero empezar esta nueva etapa.   

La última y nos vamos, mi calabaza. 

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