PARÁLISIS POR ANÁLISIS

Página en blanco. ¿De qué escribiré hoy? Mmmm. ¿Sobre cómo sobrevivir a las vacaciones? Ay no, ya está muy choteado ese tema. Pero sí es muy necesario, mucha gente que me lee trabaja en casa y cuando están los hijos todo el día las cosas se complican. Podría platicarles mi experiencia y mis principales retos. Marcela, ni eres experta en el tema. Bueno, experta no, pero sí lo he vivido cada verano y algo he aprendido. Ay, pero ¿no he escrito ya sobre eso en mi blog antes? Deja checo. ¿What? ¿Ese ruido es Matías bajando las escaleras? ¡Pero si son las 6 de la mañana! ¿Qué pasó Mati? ¿Que quieres una ensalada de frutas? ¿No quieres volver a dormirte un rato más? ¿Qué haré? Ok, le hago la ensalada y vuelvo a la compu. Ay no, pero si el chavito anda rondando no voy a poder escribir a gusto. Mejor lo dejo para en la noche. Cómo no, Marcela, ¿ya se te olvidó que en la noche tu cerebro ya va de bajada? Deja checo el Instagram. Bueno, escribo un ratito de una vez, ¿pero de qué será bueno?

JUST DO IT BABY. Cuánta razón tenía nuestro tío Nike cuando popularizó el “Sólo hazlo” hace ya varios años. Somos muchos los que nos hemos preguntado más de una vez… ¿pero cómo le hago? Y la verdad es que, por más rudo que suene, la única respuesta es ésta: haciéndolo. ¿Cómo le hago para ser constante en el ejercicio? ¿Cómo le hago para escribir un post diario en mi blog? ¿Cómo le hago para emprender? ¿Cómo le hago dormirme temprano? ¿Cómo le hago para dejar esta relación tóxica? Haciéndolo. 

Claro que hay consejos que pueden facilitarte el proceso según el tema en cuestión. Hoy más que nunca en la historia de la humanidad hay libros, cursos, charlas, videos en youtube, cientos de sitios en google que están hablando de lo que quieres lograr y un sinfín de herramientas más para iluminarte el camino que a veces parece demasiado oscuro. Pero ninguna de ellas es suficiente si no ponemos el último recurso que sólo puede venir de nuestra parte: la acción. ¿Qué es lo que nos detiene? El torrente abismal de pensamientos generados por nuestra mente cada milisegundo para convencernos de que es mejor quedarnos en donde estamos. La tarea de nuestra mente es protegernos ante lo desconocido, pero la nuestra es avanzar y no hay manera de hacerlo sin acción.

La autora Mel Robbins afirma que hay sólo 5 segundos entre la intención de hacer algo y realmente hacerlo. Si no tomamos acción dentro de esa brecha de 5 segundos, nuestra mente meterá el freno que ya todos conocemos y entonces no haremos nada. Si, al contrario, actuamos antes de esos 5 segundos y nos levantamos de la cama en cuanto suene la alarma, nos acercamos a esa persona interesante, hacemos esa llamada (mensaje de texto para los millenials) para pedir perdón, salimos a correr o nos sentamos a escribir un texto, generamos la energía suficiente para seguir avanzando rumbo a nuestras metas y hacerle cada día menos caso a nuestras ideas paralizantes. 

Imagino en esos cinco segundos a la millonada de pensamientos calentando brazos y piernas para salir disparados hacia su objetivo: atemorizarnos y convencernos de que aquí estamos bien a gusto. Cinco segundos nada más. La próxima vez, como dice Robbins, pensemos sólo en la cuenta regresiva: 5, 4, 3, 2, 1… y lancémonos como un cohete espacial hacia lo que deseamos. Intentémoslo y veamos qué sucede. A mí me sucedió que terminé este texto con Matías encima de mí la mitad del tiempo (luego se lo llevó su papá) y en sólo 20 minutos. Nada mal para un día en el que tengo la misión de completar varias tareas importantes. Pero tomar acción en ésta, la más importante para mí, me acaba de llenar el tanque de gasolina para ir por las demás.  

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