MOTIVACIÓN E INSPIRACIÓN

Puedo salir a la calle, ver un árbol, notar su tronco y sus hojas como cientos de miles que he visto en el pasado y seguir de largo. O puedo ver el mismo árbol, detenerme unos minutos más para observarlo a conciencia, diferenciar los distintos tonos de verde en su copa, acariciar la áspera textura de su tronco y sentir cómo casi casi consigo fundirme con él. Recoger mi experiencia y verterla en un poema, una fotografía o un lienzo y con mi obra llevar a alguien más de la mano hasta ese lugar en donde me permití soñar. Quizá lo que esa persona viva será igual a lo que yo viví o quizá será algo distinto, pero ambas nos habremos conectado con algo que no se puede ver con los ojos, esa Fuente de la que todos venimos y tomamos fuerza. Eso es inspiración.

La inspiración no es exclusiva de poetas, fotógrafos o pintores, pero sí de creadores, y la creación es nuestra virtud por naturaleza, nuestro derecho por haber venido a este mundo, nuestro vehículo para relacionarnos con todo lo que nos rodea. Si estás vivo, entonces eres creativo, no hay vuelta de hoja. Y todo lo que creas en esta vida viene de un acto inspirador y a su vez dicha creación servirá para inspirar a otros y perpetuar así esta cadena en la que nos mantenemos vivos, más allá de estar simplemente respirando y cumpliendo con requisitos (auto)impuestos… vivos de verdad.

La motivación es el impulso que me conduce hacia una meta específica: hacer ejercicio, comer sanamente o aprender a tocar la guitarra. Pero el motor es la inspiración, esa fuerza interna que nunca duerme, veámosla y seamos conscientes de ella o no. La motivación viene de fuera, la inspiración de dentro. Es el contacto con mi espíritu, el lugar en donde puedo tocarlo y conocer sus verdaderos deseos, totalmente ajenos a los del ego que casi nunca están en consonancia con aquello a lo que de verdad estoy llamado. La inspiración puede invitar a la acción, pero es sobre todo un estado emocional, mental y espiritual. El caldo de cultivo en donde se gestan esas ideas creativas en beneficio no sólo de nosotros mismos, sino de todos los demás.

La inspiración está siempre ahí y puede ser el mar, mi hijo, la luna, un libro o una charla con un ser amado lo que me vuelva a conectar ella. Mi intención es dejarme conducir por sus senderos porque así, haga lo que haga me sentiré completa y honestamente satisfecha.