Hay veces en que una tira pa'l monte. La gasolina se acaba, el cuerpo se paraliza y la inspiración se entume. ¿Cómo te ves tú cuando te levantas con el pie izquierdo? A mí se me ve la cara desencajada, no me salen de la boca más que monosílabos y la mecha de mi tolerancia a la frustración se vuelve muuuuy corta. Es decir, se me nota la malvibrosidad a diez kilómetros de distancia, porque tampoco me esfuerzo mucho en disimularla.

Es cuando me doy cuenta de que me urge un buen boost inspiracional y tengo que esforzarme mucho para sacudirme la negatividad y salir en su búsqueda. Como no siempre puede una irse de viaje a Italia, ganarse un premio Nobel o hacer gran alharaca para volver al carril, tengo mi botiquín personal de primeros auxilios inspiracionales con esas pequeñas cosas que me hacen sentir bien y que, lo mejor de todo, están muy a mi alcance.

Las comparto por si a alguien le sirven, aunque creo que cada uno tiene las suyas muy personales y, así como las aspirinas y las curitas, es bueno hacer una lista y tenerlas a la mano en la memoria para esos momentos en los que hace falta una ayudita en el retorno al entusiasmo y la paz mental.

En mi botiquín yo guardo:

UN LIBRO

El que sea. Puede ser una novela o un texto de algún tema que me apasione como la crianza de los hijos, el desarrollo humano, la cocina o la creatividad. Abrir un libro y sumergirte entre sus páginas es dar un salto a otra realidad, dejar un poquito de lado la tuya, esa que en este momento no te tiene muy contento, empaparte de otras ideas y luego, al cerrarlo, regresar a tu mundo con una perspectiva totalmente diferente. No soy una persona a la que le guste ver la tele, así que para mí los libros son ese viaje a otro lugar cuando no hay tiempo para hacer las maletas.

EL CONTACTO CON LA NATURALEZA

Salir a caminar y respirar aire puro, ver los árboles y las flores o simplemente el cielo azul si no hay otra cosa a la mano es como una inyección de inspiración para el alma. Somos tierra y el contacto con ella es recordar de dónde venimos, es el contacto con nuestra casa y es por eso que nos devuelve la perspectiva que necesitamos para continuar. Nunca subestimes el poder de cinco minutos en el exterior en donde simplemente te dediques a contemplar.

UNA CAJA DE ACUARELAS

Pintar me regresa al presente. O coser, o tejer, o dibujar, o tomar fotos o diseñar. Cualquier actividad con tus manos exige una concentración tal, que terminas por olvidarte del remolino de pensamientos que te llevaron hasta un estado de negatividad y aislamiento. ¿Se han dado cuenta que los artistas visuales son personas muy longevas? Ahora empiezo a entender por qué.

UNA PÁGINA EN BLANCO

Escribir me libera. Me gusta imaginar el viaje de los pensamientos que brotan de mi mente para recorrer las venas de mi brazo derecho, agolparse entre mis dedos y encontrar por fin la salida en la pluma que sostengo con ellos, encontrando su nuevo hogar en la página virgen, a donde ahora pertenecen. El cuaderno me absuelve de toda culpa, me despoja de cargas obsoletas y me regresa al mundo purificada. Inténtalo... escribe.

LA MEDITACIÓN

Inhalar y exhalar a conciencia. Ya respiramos por el simple hecho de estar vivos, pero poner atención al aire entrando y saliendo de nuestra nariz o nuestra boca ya es meditar. Sin música, maestros, mantras, cojines, tapetes o mentes en blanco... que si los tenemos qué padre, pero no son indispensables. Meditar es poner atención al presente y punto. Si puedo me retiro a un lugar donde pueda estar sola, que bien puede ser el baño, cierro los ojos y tomo conciencia de mi respiración. Punto. Cinco minutos. Salgo otra de ahí.

LAS IMÁGENES

Soy 100% visual. Ok, quizá soy también un poco auditiva... pero muy visual. Tomar un libro o abrir mi navegador en la compu o el celular simplemente para ver fotografías que me inspiren muchas veces es todo lo que necesito para sentirme mejor. Las que busco tienen que ver con diseño, naturaleza, vida cotidiana, hogar, cocina o minimalismo.

LOS PLACERES

Sí, confieso que casi siempre son placeres culinarios. A veces también puede ser un baño caliente, una música agradable, una película o el abrazo de los míos, pero si se me antoja un raspado, un pastel o un cono de nieve es rarísimo que no me dé el gusto.

LA AYUDA DE LOS DEMÁS

Lo dejé al último porque creo que es el artículo más valioso de mi botiquín personal. Podemos perder el rumbo por mil razones, pero en mi caso muchas veces es porque las responsabilidades me sobrepasan y lo que necesito es un respiro. Con quien siempre corro a pedir ayuda es con mi cómplice, mi compañero y el amor de mi vida, David, quien siempre está dispuesto a platicar, a cuidar a los hijos, a dar un consejo o hasta a apoyarme con algún trabajo para aligerarme la carga. No sólo me ayuda con lo que le pido, sino que siempre tiene las palabras y la actitud indicadas para regresarme al carril.

Coloca en tu botiquín inspiracional todas aquellas cosas sencillas que te levanten el ánimo, pero no olvides la ayuda de los demás porque aunque a veces queramos creerlo, no estamos ni cerca de ser todopoderosos.

BOTIQUÍN INSPIRACIONAL